15/06/2018. HUYEN PARA VIVIR: ¡ACOJÁMOSLES!
Hoy volvemos a salir a la calle con los Círculos de silencio,
un gesto no violento de denuncia de la vulneración de derechos de las personas
migrantes y refugiadas, de reivindicación del trato digo para todas y todos.
El próximo 20 de junio se celebra el Día Mundial de las
personas refugiadas, pero en este 2018 no tenemos nada que celebrar, ya que
está siendo un año crucial para millones de refugiados y personas migrantes. El
Mediterráneo sigue siendo la frontera más mortífera del mundo. En estos meses
se han contabilizado más de 600 muertos, y las fronteras españolas suman el 20%
de las muertes en las fronteras del planeta. Fronteras a la que vivimos de
espaldas porque duele, porque sabemos que están construidas sobre nuestro
miedo, nuestra indiferencia y nuestro egoísmo.
¿Y los que ni siquiera llegan? Personas que mueren en los
caminos, en los asentamientos esperando el momento de saltar la valla o de
meterse en los bajos de un camión; en campos de refugiados donde hay millones
de personas bloqueadas en un espacio sin ley ni esperanza. Aquellos que vienen
desde lejos recorriendo rutas cada vez más peligrosas, donde son convertidas en
mercancía, extorsionadas, encerradas, maltratadas… pero que a pesar de tanto
sufrimiento tienen una fuerza sobrehumana, alimentada por la creencia de llegar
a un mundo mejor.
Estas palabras no son exageradas ni sin fundamento, los
hechos están ahí. Y son testigos voluntarios y cooperantes, algunos de ellos
criminalizados por rescatar, ayudar y denunciar esta barbarie como Helena
Maleno, los bomberos de la ONG PROEMAID o la tripulación de la organización
española Proactiva Open Arm.
Es preciso y urgente terminar con la pasividad que están generando
las decisiones políticas. Es evidente la crisis del sistema de protección
internacional, que ha demostrado la necesidad de apoyar los sistemas de acogida
e integración, en lugar de defender las devoluciones, acuerdos con países no
democráticos o la construcción de vallas.
Necesitamos ser conscientes de esta realidad que “preferimos”
no ver y mantener alejada. Tantas personas y familias en situaciones
denigrantes. Personas como tú y como yo que tenemos derecho a buscar la Paz,
Bienestar y Seguridad. Merece la pena ponerse en la piel del otro, para
terminar de entender qué significa tener que huir del hogar, estar lejos de la
familia, no tener residencia legal, desconocer el idioma, no poder hacer ni
siquiera plantes a corto plazo… Tal vez este sencillo ejercicio de empatía nos
ayude imaginar el sobresfuerzo de los que deben salir de su tierra.
Ojalá que entre todos vayamos construyendo esa gran utopía que es la fraternidad y la palabra que más resuene sea la de hospitalidad.